martes, 8 de noviembre de 2011

Ringo Starr en Chile: Margaritas para los cerdos.



Memorias sobre el evento que muchos no esperaban.

Cuando nada hacía prever que el rock volvería a su esencia desprovista de excesivas prolijidades. Cuando cada análisis sobre shows, artistas y bandas rayaba en un cotejo de precisiones técnicas y conteo de aciertos, sorprendiéndonos a todos, como cuando supo ser el eslabón perdido de una banda que saltó de los tugurios del viejo Liverpool al mundo, Ringo Starr y un montón de muy buenos amigos nos devolvieron el alma perdida. El rock todavía es el lenguaje universal de la Paz y el Amor.



La previa fue totalmente surrealista. Era imposible entender como a escasas horas de la cita musical no había la menor efervescencia que para su compañero de armas en mayo pasado. Un par de ideas tratan de explicar la singular situación.

Desde el punto de vista pragmático, a Ringo no lo tocan por la radio, su desarrollo como artista se vio impulsado en gran parte por su público fiel de Norteamérica y sus viajes por el viejo continente. Pero Sudamérica nunca estuvo en su pasaporte (lo más cercano fue cuando participó en la película ‘el cavernícola’ de 1981, situación que lo puso frente a frente a la que hoy es su esposa, la chica Bond Barbara Bach) según el baterista, jamás recibió invitación alguna desde estos confines del planeta.

Pero existe otra explicación, la cultural y sociológica. Ringo solicita ser un Buen Fan, no de esos que se suben a los carros pirotécnicos y son parte de la moda, no de esos que compran una entrada que supera con creces un par de sueldos mínimos y ni siquiera conocen las canciones del evento. Ringo no es una fiesta de la ‘Alta sociedad’, es una fiesta de la música y como tal exige resolver su discografía, tan ecléctica como compleja. Mientras la gente común sólo ve al baterista de los Beatles, los músicos, sobre todo los bateristas, ven en él una influencia suprema en la forma de tocar, componer, tomar las baquetas, aplicar silencios y rellenos, redoblar con una mano o simplemente saber que hay que hacer en cada pieza que se le propone. Canciones como ‘Las Brisas’ ‘No, no, song’ ‘La de da’ o ‘Back off Boogaloo’ necesitan algo más que ganas de oír buena música, necesitan contexto, necesitan historia, los aparecidos no las toleran. Ringo no era una máquina de éxitos, pero sí un músico ejemplar y por sobre todo un consecuente con su filosofía de vida. ‘Peace and Love’ es Ringo, Ringo es ‘Peace and Love’.

Otra reflexión se refiere a sus amigos. Es verdad que desde ya hace muchos años que Ringo se asesora por grandes músicos y con ellos comparte casi la mitad del protagonismo en escena atentando en parte contra quienes no conocen la discografía asociada como también a aquellos fans de antaño, que sin el respaldo de las redes sociales, atesoran la imagen del Ringo Beatle y verlo junto a otros músicos les resulta un tanto extraño y dudoso.

La noche se iba a encargar de justificar esos ‘amiguitos’ que le acompañaban.

Pero nunca nada fue fácil para Ringo y Chile no iba a ser la excepción. Tendría que convencer a la fanaticada indecisa y a una prensa totalmente desinformada y sin experiencia en el ámbito musical. Ese 4 de noviembre horas antes de que las luces se apagaran, en el fondo de cada Beatle fan, la sensación era de ansiedad mezclada con angustia ¡Es un Beatle! ¡Merece más que esto!

Los minutos pasaban más rápido que lo habitual. Poco a poco las gradas comenzaron a llenarse. Muchos de los invitados compartían abrazos y globos amarillos para celebrar a Ringo. La emoción iba en aumento. Las características del recinto, un perfecto círculo, ofrecía una visión perfecta de cualquiera de sus locaciones. Sobre la hora y como nos caracteriza como sociedad el estadio logró su número final y muy cercano al 90% de su capacidad. 10 mil personas tendrían el privilegio de ver algo que definitivamente sorprendió hasta el más escéptico.

Las luces se apagan. Poco a poco entre las sombras y reflejos multicolores comienzan a tomar posiciones en el escenario la ‘All Starr Band’ en pleno. El arpegio en Re mayor de ‘It don’t come easy’ trajo la primera emoción a la audiencia. Aquella composición que años antes su amigo George Harrison le había ayudado a componer y que fue su primer single en el Reino Unido luego de la ruptura de los Beatles, nos recordó que Ringo es un Beatle y sus amigos porteños iban a estar presentes siempre en su vida como músico.

‘Honey don’t’ dio el golpe a la nostalgia. Uno de sus grandes éxitos con los Beatles aplaudido por el mismo Carl Perkins, su creador, nos transportó a los fabulosos sesenta ¡Era cierto! ¡Otro Beatle en nuestro país!
Luego ‘Choose Love’ del álbum homónimo expuso su manera de enfrentar la vida y uno de los vértices de su filosofía “no importa lo que elijas, elije amor”. Aquí sus nuevos compañeros de banda comienzan su trabajo.

Rick Derringer, ex McCoy’s, nos agasaja con ‘Hang on Sloopy’, una canción alegre y muy dinámica que en un par de minutos tiene a todo el recinto coreando a petición del guitarrista. Más tarde dio una clase magistral de guitarra “The lesson one” como diría el mismísimo Ringo, en un solo memorable para su canción ‘Rock & Roll Hoochie Koo’. La ovación a su impecable presentación fue una de las más encendidas de la noche.

El escenario quedó en manos del gran multi-instrumentista Edgar Winter y su éxito de 1972 ‘Free Ride’. Aquí confirmamos que este señor alto y blanco es mucho más que el hermano de Johnny Winter, es uno de los referentes obligados en lo que a tecladistas se refiere, con un carisma a toda prueba, provocó a la audiencia alternando el teclado con el saxo y los timbales. ‘Frankenstein’ fue una caja de sorpresas, junto al baterista Gregg Bissonette –ex ELO, Satriani etc. y el encargado de cubrir a Ringo cuando bajaba de su batería a cantar- El músico echó mano a todo su talento –que es enorme- y en cerca de 10 minutos demostró por qué es parte de esta gran banda y en extenso por qué es parte de la historia del rock. Otro gran acierto.

El turno fue entonces para Wally Palmar, vocalista y guitarrista de la banda ‘The Romantics’. Conquistó al público con el sonido cuasi electrónico y melancólico de ‘Talking in Your Sleep’, número uno en 1983. Lleno de energía coreó y jugó con el público en el inicio de uno de los temas más recordados de fines de los 70’s ‘What I Like About You’ y hoy tristemente manoseada por un holding de supermercados. La guitarra Rickenbaker negra que Palmar ocupó en casi todo el concierto hizo recordar también la estética Beatle de la cual su banda acusó influencias.

Y mientras tanto, y sólo con excepción de la canción ‘Frankenstein’ de Edgar Winter, Ringo respalda a sus compañeros en su precioso Kit Ludwig, sólo diferente al que usaba como Beatle por la adición de un par de platillos –un Crash y un China- y una estrella en el parche central.
Ringo si sabe acompañar, si sabe ser un complemento a la buena música. No necesita de divismos. Desde que arribó a Chile por la puerta de los pasajeros comunes y en un vuelo comercial recalcó que es una persona plena, que disfruta lo que hace y que jamás ha asumido una actitud de arribismo teniendo en cuenta que es uno de los 4 Beatles. Ringo es un excelente músico, un gran Beatle –el más Beatle de los Beatles- y un mejor amigo.

Retoma el control coqueteando con las féminas presentes en el exordio de uno de los temas más cantados por él en sus viajes con los Beatles, ‘I Wanna be Your Man’, canción que luego fue cedida a los Rolling Stones para potenciar su carrera. La Beatlemanía volvía a apoderarse de la arena. Ver a Ringo cantar y en la batería es ver una parte esencial de la historia del Rock, irrepetible.

Gary Wright celebra su relación con Ringo y comenta su participación con George Harrison en el piano de ‘All Things Must Pass’ un aplauso espontáneo y sentido se hizo presente desde el público en los respetos al fallecido guitarrista. ‘Dream Weaver’ su gran éxito de 1976 trajo un remanso de romanticismo a la potencia desplegada por sus camaradas de banda. ‘Love is Alive’ del mismo año, trajo la cuota de rock progresivo a la cita. Su personalidad dulce fue el complemento ideal para un concierto lleno de sorpresas y estilos.

Richard Page, vocalista y bajista de Mr. Mister tuvo su momento recordando aquel impase de 1988 cuando en plena dictadura militar solidarizó, por televisión abierta y en directo para el mundo, con un grupo de artistas amenazados de muerte. “Esa vez tuvimos algunos problemas” sentenció, para luego agradecer “el hermoso país que veo ahora” y lanzarse con una de las canciones emblemáticas de la agrupación norteamericana, ‘Kyrie’ arrancó emociones y una gran ovación que se multiplicó por mil cuando fue el turno de su himno ‘Broken Wings’. Con una voz impecable, celebrada por Ringo, y un talento como pocos para el bajo, Page fue el último ‘All Starr’ en presentar su música. (Recordemos que Mark Rivera aparece sólo como músico sesionista -en percusiones, saxo y coros- para el tour sudamericano y no es parte oficial de la All Starr Band)

¡Y otra vez Ringo!
La noche avanzaba ajena a aquel espectáculo único. Ringo trajo de su última producción en estudio ‘Y Not’ aquella canción autobiográfica –como tantas del viejo Richard- donde nos muestra un Liverpool menos glamoroso, ese que fue la base social para la explosión del rock y de la Beatlemanía. ‘The Other Side of Liverpool’ es lo que no se ve de la hoy capital histórica del rock. Del mismo disco ‘Peace Dream’, canción que cuenta con la participación de Paul McCartney en el bajo y que hace referencia directa a John Lennon, no fue presentada esa noche al igual que en México y esa fue la única diferencia con el setlist del ‘November Tour’ europeo. ¿Por qué? ¿Muchas referencias a Lennon? ¿El tema se vende mejor que los otros? Sólo Ringo lo sabe.

El clímax de la noche, o uno de tantos, seguramente será uno de los recuerdos para Ringo y sus amigos de aquella tibia noche de noviembre. ‘Yellow Submarine’ la canción más reconocida en la voz de Starr y según el mismo “si no la conoces estás en el show equivocado”, fue coreada a todo pulmón bajo una impecable alfombra de globos amarillos. Los mismos que llegaron al escenario y fueron la delicia del baterista y sus camaradas. Temas después aún se podía ver a los músicos jugando con los globitos. ¡Gran acierto!

‘Back off Boogaloo’ Trajo nuevamente a escena la fuerza del rock, esta composición inspirada en el gran Marc Bolan líder de la banda T-Rex, le dio un nuevo empuje a la noche. ‘Boys’ fue un ‘Blast from the past’ en el rostro de todos los asistentes. Es Ringo, el mismo de aquel antológico ‘Please please me’ el disco que le abrió las puertas del mundo a los Beatles. Nuevamente emoción y rock caminando juntos en un escenario.

‘Photograph’ planteó la nostalgia. Co escrita por Harrison y con su participación en guitarras, Ringo pone en evidencia lo vigente que está la imagen de su ‘hermano menor’ en cada una de sus presentaciones. Cuando Ringo la interpreta para el concierto póstumo de celebración a George Harrison (2002) su letra cobra un sentido de premonición. Hoy tiene ese valor de tributo.
La burbuja sentimental se rompe con la lúdica ‘Act Naturally’. Es Ringo y su carisma de actor en escena. Es Ringo y su manera de sentir y vivir, con naturalidad, sin poses forzadas.

Hasta ese momento quienes conocían el set list se miraban con cierta tristeza, se acercaba el final. Para romper la noche Ringo emplaza a todo el recinto a que ‘lo ayuden a cantar’ ‘With a Little Help from my Friends’ es la rúbrica a una noche irrepetible. Cantada por cada uno de los presentes, la sicodelia Beatle, los sesentas, el fenómeno mundial, las influencias en el mundo de la música y todo lo demás pasan por frente del espectador como un ‘aleph’ de emociones. ¡Claro que lo has hecho Ringo, con la ayuda de tus amigos!

Coqueteando con las cámaras y los gritos de ‘Ringo I love You’ se aleja del escenario dejando a los gigantes de la ‘All Starr Band’ ejecutando unos últimos acordes. El público se impacienta, el fervor no cesa hasta que luego de un cambio métrico en la música se hace presente el himno más representativo del movimiento pacifista. El mantra de John Lennon ‘Give Peace a Chance’ es el escogido por el baterista para cerrar su Show. Entre agradecimientos sinceros Ringo invita a seguir su impronta, nada más que darle una oportunidad a la paz y conducir nuestras vidas desde los más profundo de nuestras emociones. Todo lo que necesitamos es amor, o como diría Ringo, ‘Peace and Love’ (Paz y amor)

Mientras dejábamos el recinto cerca de las 23 horas, la emoción era otra. El rock puede tener alma y no sólo perfección matemática. ¡Gracias Ringo!
M.M. Reyes A.

2 comentarios:

  1. Tremendo reportaje!! Muy bueno y muy detallista, como siempre, maestro!

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  2. Gracias por leer tan largo reportaje, la idea es hacerle justicia al espectáculo que vivimos.

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a continuación expláyese y argumente con cierto grado de lucidez...